Fabricio Ojeda se define como una persona inquieta. En 2017 decidió cruzar el Atlántico para volver a empezar su vida en España: dejó Caracas, su ciudad natal, y un trabajo como director de una compañía de servicios de eventos para empresas, con el objetivo de instalarse en Madrid y dar un paso más en su formación. “Quería complementar mis estudios universitarios haciendo una maestría en Administración de Empresas”, cuenta en una llamada telefónica. Escogió Eude Business School, donde estuvo entre 2017 y 2019 cursando primero su MBA y luego un Máster en Marketing Digital.

Su decisión de llegar a España no fue baladí. Algunos amigos le habían recomendado esta escuela y otros se habían ya instalado en la capital. Además, el idioma común hacía todo más sencillo. Asegura que aprovechó al máximo cada oportunidad para hacer prácticas en empresas españolas. “Lo bueno de estas maestrías es que, si eres de otro país, son una muy gran opción para hacerte un nombre en el mercado”, afirma. Actualmente, trabaja como ejecutivo de cuentas de Revolut.

La experiencia de este venezolano es parecida a la de miles de estudiantes que escogen España como destino para su educación. En el curso 2021-2022, el sistema universitario contó con 170.222 alumnos extranjeros matriculados, la mayoría de ellos procedentes de América Latina y el Caribe, de la UE, y de Asia y Oceanía, según la estadística de internacionalización del Ministerio de Universidades. El 39% de ellos optó por la enseñanza privada.

La captación de extracomunitarios va creciendo. El número de residentes que proceden de fuera de las fronteras de Europa y con autorización de estancia por estudios en vigor se situaba hasta el 31 de diciembre de 2023 en los 75.857, un 20% más respecto al año anterior, según los datos del Observatorio Permanente de la Inmigración del Ministerio de Inclusión y Migraciones. El 56% de estas corresponde a mujeres, y la media de edad son 26 años. Los colombianos son los más numerosos (10%), seguidos por los estadounidenses (9%) y los chinos (8%).

El carácter internacional de estos centros es lo que más atrae a los alumnos extranjeros, junto con la posibilidad de realizar prácticas en empresas europeas y la diversidad en las clases. Mar Hurtado Mendoza, vicepresidenta de IE University, explica que han apostado siempre por lo global, con oficinas de reclutamiento en más de 28 países. La entidad, con sede en Madrid, presume de estudiantes de 160 nacionalidades. En los últimos cuatro años ha acogido a unos 6.500 alumnos de fuera, con una media de edad de 29 años. “En el último lustro hemos visto un repunte de personas de determinados países que tradicionalmente no eran tan proclives a estudiar fuera, o no consideraban a España como un lugar para hacer un MBA o recibir una formación de negocios en inglés”. Entre estos destaca EE UU, con mucha tradición en este tipo de enseñanza.

Precios por las nubes

Molly Olsen (25 años), procedente de Nashville (Tennessee), vive en San Sebastián desde el pasado septiembre. Su deseo de salir de su zona de confort para ponerse a prueba y sumergirse en una cultura diferente la llevó a escoger Deusto Business School para su Máster en International Business. “Desde hace tiempo quería vivir durante un largo periodo en el extranjero. Después de dos años trabajando en una empresa de logística, he pensado que era el momento de hacer algo diferente”, confiesa. Lo que más le sorprendió del programa, con una duración de un año y por el que pagó 13.500 euros, fue estar en una clase de tan solo 14 personas, pero de 10 nacionalidades diferentes. En el centro vasco, en el curso 2023-2024, el 17% de los estudiantes provenía de fuera de España.

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En los pasillos de muchas de estas escuelas, de hecho, el castellano no resuena mucho y la mayoría de las clases se imparte en inglés. Pollyanna Nethersole, directora de Admisiones Internacionales en Esade, con sede en Barcelona, admite que le gustaría ver a más españoles. Incluso, calcula que los programas MSC (Másteres en Ciencias) solo cuentan con unos 60 estudiantes españoles, sobre un total de 600, mientras en el MBA son tan solo cinco de 180. Las causas, según Nethersole, son variadas: “Por un lado, muchos de ellos ya han cursado su grado en el país y buscan una experiencia internacional. Otros prefieren entrar en el mundo laboral”.

Sin embargo, el precio de los programas también juega un papel relevante. Un MBA de Esade, sin beca, cuesta 77.500 euros y se extiende entre 12 y 18 meses dependiendo de lo que escoja el alumno. Un precio que representa una barrera para muchos. “En España los salarios son más bajos que en otros países, y conseguir una beca para hacer un MBA es complicado”, asegura.

Dependiendo del tipo de programa, el perfil de los estudiantes cambia. En IE, si bien la media de edad es de 29 años, varía mucho en cada modalidad de los cursos: en los presenciales baja a los 27 años, en los online sube hasta los 36. Desde la institución estiman que alrededor de un 35% de los alumnos internacionales recibe algún tipo de beca o ayuda financiera para acceder a sus programas. En Deusto, la media de edad en los cursos más solicitados por extranjeros —como los másteres en Business o International Management—, es inferior, de 23,5 años. En algunos casos suelen ser recién graduados, en otros, tienen entre dos o tres años de experiencia laboral. En Esade, la media es de 29 años en el MBA y de 24 en el MSC.

Triunfo agridulce

Si bien España atrae al estudiante internacional, por otro lado, no logra retener su talento. Nethersole saca pecho por el éxito de Esade, cuyo MBA ha logrado el segundo puesto en el ranking del Financial Times por subida de sueldo en Europa. No obstante, se trata de un triunfo agridulce. “Si soy sincera, en nuestra escuela es más probable que las personas trabajen fuera de España. Quien hace un MBA quiere estar seguro de tener un retorno de la inversión y busca trabajo donde hay salarios más altos, como otros países europeos, América del Norte, Asia, Medio Oriente”, destaca.

Tras cuatro años trabajando en Londres en el sector financiero, Emma Ryden, de 29 años, se mudó a Barcelona para cursar su MBA en Esade y enfocarse en el tema de la sostenibilidad. Por ello ha desembolsado unos 54.000 euros, tras recibir una beca que sufragó parte del coste. Si bien le gustaría quedarse en España, duda sobre su futuro laboral aquí. “Estoy abierta a cualquier otra ciudad europea, aunque todo depende del sueldo y de la oportunidad de trabajo”, dice. Entre sus opciones, está barajando Ámsterdam y Múnich.

Pese a ser menos competitiva en cuanto a salarios, España representa una buena oportunidad para los nómadas digitales y los emprendedores. Hurtado, de IE, asegura que están recibiendo muchas solicitudes de información por parte de los teletrabajadores. “Para estos alumnos hay cada vez más opciones para quedarse, con unas prácticas o trabajando para una empresa de fuera”, señala. De hecho, la adopción de la ley de start-ups, que permite a los nómadas digitales acogerse a un régimen tributario especial, ha ampliado las oportunidades para este colectivo. Por otro lado, el cambio del reglamento en la Ley de Extranjería, que permite el acceso inmediato al mercado laboral de aquellos alumnos que hayan concluido sus estudios, también les ha beneficiado. En muchos casos han decidido abrir sus negocios en España, con el apoyo de estas escuelas.

La vena emprendedora de Guillermo García Muchacho, de 32 años, es lo que lo motivó a escoger IE. Después de dejar Caracas por la situación política y económica de Venezuela, y tras una breve etapa en Hong Kong, se apuntó en 2015 al Máster en Management. Durante el programa, experimentó varios emprendimientos que, pese a no despegar, le sirvieron para madurar experiencia como autónomo. “Llevaba años viviendo en países que no son de habla hispana y estar en España es como estar en casa”, asegura.

Este emprendedor ha dado vida a varias compañías, aunque el core, como él mismo lo define, es Cokrea, una aceleradora de negocios que montó después de sus estudios. También es fundador de Coklub, una firma de coworking; de Mantalon, una marca de moda, y tiene varias inversiones en firmas del sector del entretenimiento y del turismo. Su experiencia se ha convertido en un ejemplo para los demás estudiantes. “Doy cursos en IE sobre marketing y emprendimiento, y asesoro a muchas start-ups en la escuela. Además, es mi principal fuente de talento, de donde recluto más”, concluye.

Si bien no se conocen, Ojeda, Ryden, García y Olsen tienen algo en común. Son lo que en Esade definen triple jumper (saltador de triple salto): es decir, alguien que cambia su país, su cargo y el sector en el que trabaja. Un rasgo común en los estudiantes extranjeros que eligen a España como destino, al menos para su formación.